Como parte del proyecto de diseño colaborativo ‘Dunlop Future Race Car Challenge’, la marca de neumáticos ha reunido las opiniones de expertos del sector y aficionados a los deportes de motor sobre cómo será el coche de carreras del futuro.
Como culminación de esta innovadora campaña de diseño, Dunlop ha contado con la ayuda del renombrado diseñador de coches de competición para GP y Le Mans, Sergio Rinland, que ha revisado las ideas enviadas por los aficionados de toda Europa sobre el futuro de la transmisión, la aerodinámica, los frenos y los neumáticos, combinándolas en un diseño innovador.
La transmisión eléctrica, la navegación por cámara, la carrocería adaptable sin necesidad de alerones para mejorar la carga aerodinámica, los neumáticos inteligentes y el ERS, que sustituye a los frenos de disco, son sólo algunos de los elementos del “coche de carreras del futuro” diseñado por Sergio Rinland.
El vehículo ha sido diseñado con cuatro motores eléctricos que en principio se situarían dentro del vehículo. Según avance la tecnología y los motores sean más ligeros y potentes, pasarán a situarse en el exterior, como motores sobre las propias ruedas, proporcionando incluso más flexibilidad al diseño del coche.
Con un motor individual por rueda, el coche tiene la capacidad de vectorizar el par motor sobre cada rueda. Esta posibilidad mejorará el rendimiento aerodinámico y el uso de los neumáticos, pues ya no será necesario que las ruedas giren cuando se aproxima una curva.
Inicialmente, este diseño incorpora a bordo un generador de electricidad por pilas de hidrógeno, con una pequeña batería de litio-ion como respaldo de la alimentación. Según se desarrolle la tecnología, este diseño tiene la posibilidad de incorporar a bordo paquetes de carga por inducción. Las competiciones en circuitos cerrados podrán disponer en el futuro de la infraestructura necesaria para la carga por inducción, permitiendo a los coches que corran sin tener que llevar la energía a bordo, lo que hará que este vehículo sea incluso más ligero y eficiente.
El coche ha sido diseñado con materiales eléctricos en su laminado de materiales compuestos. La carrocería adaptable permitirá al coche cambiar de forma con el fin de reducir la resistencia aerodinámica en los tramos rectos, aumentar la fuerza hacia el suelo en las curvas y controlar todas las necesidades de refrigeración que aparecen mientras el coche corre. Además, al incorporar nanopartículas en esos materiales compuestos, la estructura del coche tendrá una resistencia más fuerte, siendo más ligero y seguro.
La utilización de cámaras y pequeñas pantallas (instaladas dentro del habitáculo) darán al piloto una visión periférica de 360°, mucho mejor que la visión a través de los tradicionales espejos retrovisores, con lo que se refuerza la seguridad al tiempo que se reduce la resistencia aerodinámica.
Utilizando la tecnología que Dunlop está actualmente desarrollando, los neumáticos tendrán sensores internos que enviarán información a los sistemas de control; estos podrán así adaptar la suspensión, la transmisión de potencia y los sistemas de frenado, aprovechando los neumáticos al máximo.
Mediante la incorporación de materiales inteligentes como los usados en la carrocería, los neumáticos serán capaces de controlar su temperatura y presión, así como cambiar de forma. Esto dará como resultado una menor resistencia a la rodadura y menor resistencia aerodinámica inducida en las rectas, así como mayor área de contacto con la pista en las frenadas y las curvas.
Por otra parte, al llevar neumáticos que se adaptan por sí mismos a las circunstancias y al medioambiente, no será necesario cambiarlos debido a las condiciones meteorológicas ni al desgaste. Durarán toda la carrera.
No se usarán frenos en los que se desperdicie energía; toda la energía de frenado se recuperará y almacenará en volantes y/o súper-condensadores para ser utilizada en momentos de picos de potencia durante la carrera.
La electrónica y los sistemas de control habrán avanzado hasta tal punto que el piloto evolucionará para ser más bien un “operador del vehículo”. Esta evolución es similar a la que hemos visto en los últimos 30 años, ¡no digamos lo que será en 125 años!