A principios de los años noventa, en pleno auge de los vehículos eléctricos, una empresa gala desarrolló la primera furgoneta expresamente para este silencioso tipo de motor, de construcción ligera y diseñada desde su base como vehículo de emisión cero. El Volta recibió muchos elogios y fue reconocido también en el extranjero, ya que se vendieron cientos de unidades a varios países europeos. Pero el cambio político de mediados de los noventa, que se mostraba contrario a las inversiones estatales en el campo de los vehículos no contaminantes, dio al traste con este avanzado invento.
En 1987 se creó la SEER – Société Européenne des Electromobiles Rochelaise – con el fin de desarrollar un automóvil eléctrico, ya que en aquellos años se hablaba mucho de un inminente futuro de estos vehículos silenciosos y no-contaminantes. Se fijaron diferentes ayudas estatales, y la empresa de energía Electricité de France (EDF) se comprometía a ser el máximo interesado en la compra de estos vehículos. Tres años más tarde la sociedad Spiral, experta en la producción de amortiguadores y transmisiones eléctricas tomó las riendas de la entonces SEER-Volta y decidió crear una furgoneta eléctrica, consciente de la carencia en el mercado de un vehículo especialmente desarrollado para esta finalidad en el campo de los vehículos eléctricos. Tras el lanzamiento del primer prototipo a finales de 1990, la empresa logró la homologación de su vehículo en toda Europa algunos meses después, teniendo el producto listo para ser vendido a cualquier país del mercado común.
La estructura del Volta se basaba en un ligero bastidor de tubos de acero galvanizados con las secciones rebajadas para el motor y la carga, al que se añadía una carrocería de poliéster. Muchos componentes fueron comprados a grandes proveedores internacionales, lo que significaba que provenían de la producción en serie, facilitando el descenso de costes y el aumento de las garantías. El Volta destacaba por su muy corta batalla de 1,735 m. en una longitud total de sólo 3,25 m., lo que producía un morro sobresaliente. La ventaja de esta corta batalla era su gran manejabilidad en calles estrechas y cerradas, donde también era aprovechable su reducido tamaño. La anchura de 1,23 m. dejó claro que el concepto era construir un vehículo sumamente compacto.
Los asientos del conductor y del acompañante se situaban justo por encima del eje delantero, y detrás de éstos contaba con una plataforma totalmente lisa para la carga, permitiendo una carga útil de 500 kg en un espacio de unos dos metros cúbicos. El Volta se suministraba en las dos versiones cerradas o de tipo pick-up con la plataforma abierta. La versión cerrada llevaba un gran portal en la parte posterior para la carga. El motor fue comprado a la compañía Leroy-Somer, conocido fabricante de motores eléctricos para todo tipo de uso, un propulsor de excitación constante en serie de corriente continua con una potencia de 12,8 kw, lo que en este modelo equivalía a una potencia fiscal de 3 CV. Llevaba una caja de cambios de cuatro relaciones sincronizadas y marcha atrás, que de hecho no era de lo más moderno en su época, pero sí un sistema sumamente robusto y muy testeado especialmente en vehículos que tenían que circular con distintas cargas. La caja exigía un continuo manejo de los cambios para adecuar la velocidad en cada momento, dependiendo de la carga y del terreno.
Fotos: cortesia archivo V. Christian Manz, copyright
Los fotos son del primer y principal modelo Volta y de su sucesor VE 2 - el modelo amarillo - previsto para el nuevo milenio
Esto es sólo un extracto de la historia de la Volta escrito por V. Christian Manz.
05 Enero 2012
SEER Volta
por
V. Christian Manz
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